Hoy el aire me huele a salitre
a olivos verdes y aceite
y tiempos viejos de mi pueblo,
a sol de verano con polvo de yeso
a pañuelo de cuatro nudos
a pico y pala, a manos llenas de callos
y a la piel quemada de mi viejo,
hoy me atenaza la nostalgia
y el corazón me tiembla triste
ante el recuerdo de aquella
casita blanca con cuatro cuartos
entre los que figuran la cocina
un salón que casi nunca se usaba
hasta llegar la televisión,
a calles llenas de barro en invierno
y a albercas para el riego
donde chapucear en verano,
hoy respiro aires de fiesta
vaquillas y si nos llega
gaseosa, churros, noria
y aquellas gambas saladas
que para llenar un plato pequeño
necesitabas cientos de ellas,
hoy miro el cielo y no te veo
pero siento tu sonrisa cada día
en todo lo que hago, en saber
que tu lucha no fue en vano,
por los triunfos de tus hijos
y las victorias de tus nietos
en una vida por la que luchaste
por una guerra que perdiste
pero su esencia puso de tu lado,
hoy mi viejo el aire me acerca
y me recuerda que no hay gracias
con las que agradecer cada hora
que me regalaste y cada segundo
en que tu mano cogida de la mía
alejaba de mí todos los miedos…