Apretando el gatillo
solo se rompe el silencio
pero nunca se calla su escrito,
puñalada que atraviesa el alma
mirando la cara de sus asesinos
sonriendo con cara de muchacho bueno
que no la teme porque no la merece
únicamente por ser diferente,
tiraron tu cuerpo decente
en una cuneta donde la hierba
repartió tu aroma por toda la tierra,
gente ruin y gallina sin nombre
como saldría de tu boca,
capaces de derribar un cuerpo
incapaces de matar un mito
con su risa cobarde manchando
sus manos con olor a una pólvora
que encendió tu mecha
en un mundo más responsable,
Federico te mataron de madrugada
despertando tu poesía y tus ganas,
activando esas armas
desde las que tú, Antonio
Miguel y otros tantos
seguís disparando en silencio
sonrisas que nunca callan…