No me gustas
por tu cuerpo ceñido
que solo con presentirlo
hasta el infinito,
odio tus angustias,
tu fragilidad para contigo
la terrible sensación de dañarte
sin percibirlo,
Si algo de ti me encanta
no son tus ojos verdes
sino la mirada especial
con la que me indagas,
tampoco los besos
con que me pierdes,
ni tus manos mágicas
cuando me abrazan,
me encanta la armonía
con que me dedicas
cada palabra,
como llena mi alma
tu mente abierta,
me encantan tus buenos días,
la parcela de tu espacio
que me regalas,
los dedos prodigiosos
con los que me acaricias,
toda tú
eres el credo que veneraré
mientras viva
y la calma con que te mueves,
el sentido
que ilustrará mi camino.