Dejó su cuerpo grabado
tendida sobre la arena
de una playa escondida
como el que esculpe
los cabellos hacia un lado
y su cara perfecta destacaban
en un cuerpo al que las caricias
habían modelado
como ánfora romana
con los brazos cruzados
y unas curvas de infarto
que elevaban su azul paraíso
al resplandor brotado
de una paleta de matices infinitos,
un alma grande tendida
sobre el caprichoso paisaje
en el que unas olas despiadadas
con empeño y constancia
borraron como se pierde la vida,
con la magia de haberla vivido
como un extraño capricho
y la magia de haberla disfrutado…