Como pedazos esparcidos
el viento fue dejando
unas veces con la alegría
de una suave senda sin huellas,
otras como vendaval desmedido
que deja marcas por donde pasa
las trazas de mi camino,
labrándolo con el atino
de quien ama todos los matices
y calla cuando le preguntan
por hambre y desgracias,
una ruta de lluvias encendidas
y pasiones coloreadas
que solo lágrimas lograron borrarlas,
donde el hambre no conoció mesa
y la cama la adornaron besos
desnudos y cuerpos
que como rabiosa enredadera
amortiguaron un trabajo esclavo
cobrado y confortante
como los sueños convertidos
en versos, esparcidos los unos
y los otros logrando
algo dispuesto al que solo el tiempo
logrará encontrar su sitio…