Si supieras
cómo me quema la pena
por no adivinarte a veces,
reirías siempre estando contigo
porque tus tristezas son mi castigo
y tus alegrías
el abrigo donde se esconden
cada uno de mis desvelos
cuando miro tus ojos y veo,
nubes grises que nublan
tus deseos y apagan su brillo
a la par que me angustian,
tus prisas y el vacío que dejas
brincando de desconsuelo
por caminos desnudos
llenos de sollozos
que no son los nuestros,
me gustas cuando cantas
al mundo tus confidencias
y cuando grabas con tu letra
la fiebre de tus tentaciones,
cuando duermes sin ropa
amanecemos abrazados
y cuando tu sed insaciable
la calmas sellando con tus labios
el resuello de mi boca…