De tanto confundir
a la muerte con promesas
viviendo una vida inerte
se me ofreció la suerte de conocerte,
que me arrastra por la tierra
en su versión olimpo,
convertiste mis instantes
de desequilibrio
en horas maravillosas
y mis oscuridades salieron
de las sombras
tras la que se guarecían,
de todos mis incendios
solo dejaste vivo
uno que arde de entusiasmo
cada vez que me acaricias,
cambiaste mi insolencia
por una ortografía ferviente
con la que compongo versos
como aspirinas tiernas,
ahora me entristece la muerte
y solo es por miedo
a su traicionera presencia
con su condena eterna
de no poder despedirme de ti,
sin decirte que fuiste tu
el amor que recuperó mi vida…