No sé si fue
aquella bonita costumbre
de mirarnos fijamente
para ver quien sonreía primero
cogiendo nuestras manos
para sentir el seísmo
que se desataba
dentro de nuestros cuerpos,
pero ten por seguro que a mi
me enamoraron estos y cada gesto
de tus labios pidiéndome
estar juntos la mayor parte del tiempo,
cada una de tus miradas
con la sonrisa puesta
que me elevaban a un paraíso
donde la alegría reinaba
sin compromiso y la libertad
campaba como princesa
hasta en lo más íntimo
de todas nuestras promesas,
quizás fueron todas juntas
pero es nuestro día a día
revalidándolas a cada minuto
quien hace de nuestras vidas
la más feliz de las fantasías…