Huía de la cegadora luz del día
asustado de la gente,
temía a la raza humana
por su fracaso en un mañana
que hoy, a nadie le preocupaba
veía tristes las montañas
y con descuido los valles,
a la tierra entera la sentía afligida
a las flores sin colores
y a las olas con demasiada espuma,
la lumbre no quemaba
por falta de leña en los bosques
y la única que brillaba
era la luna, ajena
a los propósitos por conquistarla,
una llaga abierta
donde el hombre en su ceguera
pone todas sus empresas,
olvidándose de la cura
en las heridas que tiene tan cerca…