Aunque su guia a veces
fuese una estrella fugaz
sin la estela que la acompaña,
una voz sin la intimidad
de la musica del alma,
el sendero por el que se pierden
el deseo y las ganas
cruzando mares de olas onduladas
embravecidos por tormentas,
bajo la identidad de volcanes
que levitan bajo sus aguas,
su alma buena
nunca perdió su identidad
guiada por la concordia de sus venas
que alimentan el corazón
con el amor de su lento palpitar
y la displicencia de su senda
definida por la alegria
con la que acometia cualquier tarea,
siempre disponia de un abrazo
y el encanto de su sonrisa
para diluir el pesar que angustia
a la gente que con maldad
piensa que su mundo es verdad
y los demás no existen...