Como campanadas a entierro
aún retumban en mi cerebro
todas tus mentiras
rememorando el aleteo del águila
intentando alzar el vuelo
con la presa prendida entre sus garras,
soñaba en lo nuestro
como algo eterno, un amor entero
lleno de música y besos
que tus constantes desprecios
con el horizonte perdido entre nubes
que no te correspondían,
rasgaron mi esperanza en los sueños
donde el algodón se corta como hielo
a modo de poesía sin armonía,
desenmascarándoles la dependencia
de no haber conocido antes
otro cielo que el mío,
ahora pavonado por la delicia
ante la que te humillabas
presumiéndola tuya
y que a mi pecho cansado
le comportaba tanto sacrificio,
te dejo todos los abrazos que disfrutamos
aunque con el recelo
de si fueron voluntarios,
pero devuelvo a donde salieron
todos aquellos versos frescos
como alboradas de primavera
que te regalaba,
pensando que aquello nuestro
si era un amor sincero...