Agárrate a la quilla marinero
y sostén fuerte los cabos
que amanece el agua brava
y el puerto nos queda lejos
el viento empuja de levante
y puede romper las velas
mientras el día va despuntando
una niebla gris y oscura
tiñendo la vista de blanco,
un blanco opaco que divide
el horizonte entre un cielo azul
y un infierno estrellado
eterno de escarchas,
como ojos brillantes que no
consiguen separarse
y un agujero negro donde yacen
tantos marineros viejos,
tormento de un viaje sombrío
en la mar de los sueños
donde la lucha borrosa
de lo que se avista y lo que se tropieza
acaba en guerra que encalla
contra el dolor confuso de la ceguera…