De una vez por todas
mis ganas como el de tantas vidas
simétricas y parecidas al pecado
con el que fueron concebidas,
entre glaciares inertes
fríos como el destino sin sombras
entre el que se mueven,
decepcionados de sueños
para los que unos muy pocos
de forma egoísta desde niños
los formaron como esclavos,
convirtiendo su riesgo
en un mísero trabajo que les convierte
en sensatos consejeros
de una vida por la que se transita
lentamente sin el compromiso
de mirar de cara al cielo
y sin talento para remontar el vuelo,
desde la escuela
hasta de sus plumas primarias
fueron despojados,
aún estamos a tiempo
de juntar nuestras manos
para romper el silencio
y respirar el aire tibio
de un horizonte que se adivina
vacío de tanta infinidad de tristezas
sembrado de cipreses y mentes muertas,
para poder agarrarnos
a las leyes naturales de la tierra
que conducen a la eterna primavera
bordeadas de torrentes de aguas claras
en los que lavarnos el exceso de sacrificio
que solo nos arrastra a la miseria,
un muro ciego que debemos derribarlo
unidos a los gritos, porque los pobres
sin miedo a defenderse
siempre fueron más poderosos
que las armas que defienden a los ricos…