Me embriagué del olor rancio
a libros viejos de sus estanterías
con la insolencia del que lo busca,
la magia anidaba en aquella estancia
como trino de pájaro en el campo
que no calla y vuela libre
acompañando los versos del poeta,
armonía de paz y piedra
su plaza de Santa María,
las murallas donde Don Antonio
buscaba los recuerdos de Leonor
paseando su corazón
contemplando sierras y olivos verdes
por los que se reflejaba su cara
y las penas se pierden
entre la magia de su entorno,
Baeza privilegio de la cultura
bajo soportales donde la lluvia
no entra y el viento se calla,
donde el verso pasea su encanto
dando vida a una poesía
llana como sombra
y sedienta de lectura como su faena
alegre y digna parecida
a la sangre que cursa sus venas…