Por el borde de la vereda
avanzan despacio
sin alejarse mucho de la arboleda
de ramas verdes y hojas frondosas,
del rugir de los aviones
y de sus bombas
que van sembrando muerte
por donde vuelan,
en sus ojos candiles
y en su alma la pena de no saber nunca
hasta donde les dirigen sus pies cansados,
ni donde dejaron sus raíces
desconsolados, sin volver la cabeza
por la pena de todo lo que dejaron,
casa familia amigos
y muchas calaveras limpias de lágrimas
que los acompañan tiradas en la cuneta
el frio les atenaza, pero es más fuerte
su miedo al fuego que les delata
que al invierno al que se enfrentan
sin armas y sin consuelo,
cuchilladas de palabras
sobre sus hoces feroces
que nada tienen que hacer ante las balas,
callada la caravana avanza
con el silencio de una bandera blanca
que se tiñe rosada ante el vuelo
de un barón rojo cobarde
como el arrojo de su planeo…