A veces la cuesta se pone tan áspera
que el ni el sol sale por donde toca
ni agarramos la senda que nos guía,
mostramos cara de espanto a la alegría
y sudamos la ignorancia del rechazo
en días de fina lluvia y nos quejamos
de la casa de enfrente a la que nunca
hemos entrado ni tan siquiera
a pedir la sal del cocido cuando cuece
y aunque a veces nos escuecen los dilemas
que permanecen encendidos en la cabeza
aunque solo sea por molestar
al sufrimiento que no nos deja tranquilos,
gritamos estupideces que nos alejan
de lo que somos y porque vinimos….