Cansados con el rostro recogido
por el frío traicionero
de un maldito Enero cargado de frío
como el hambre que les arrastra,
los callos por la bara enrojecidos
y con los remolques llenos
bajan sumisos los aceituneros
camino de la cooperativa,
de ahí hasta el bar de Inocente
donde llenan la barriga de cerveza,
hasta recordar que mañana
será otro día cargado de injuria
arrastrando los mantones
y golpeando una criba que no avanza
por culpa del barro de la escarcha,
mientras, los niños cortan las bellotas
a medida de las uñas adivinando
mas que logrando el tamaño de los dedos
con los que las mujeres rodilla en tierra
arrancan las aceitunas del frío asiento
que se forma con el agua la tierra y el hielo,
los chiquillos mientras quemando retamas
donde calentar unas piedras
que en el bolsillo de la enagua
hacen de brasero a esos dedos
con forma de garfio que arrancan
más de un suspiro al ver como van perdiendo
la lozanía con que se exhibían en verano,
principio de año por Sorihuela
allá por los años sesenta
camino de Febrero donde había
unos días que cambiar de traje
para pasear entre cohetes a la santa
y el olor del humo de las retamas...