Los álamos relucientes
y los cerros
abrazados por un Duero,
áridos de castilla alimentando
la sed tras murallas muertas
como el auge
derrumbado de sus callejas,
España herida con la misma espada
que cruza sus escudos
oxidados por el paso del tiempo
como su historia
en la que se perdió despacio
perdiéndose un futuro
pensando que viviendo
del pasado llena el plato,
querida patria mía
desangrada por el pillo
que como ADN llevamos grabado
desde los pirineos hasta el atlántico
rodeando el mediterráneo
y atravesando la meseta,
donde quedó puesta la guarida
del ladrón de guante blanco,
muerta por todas partes
pero aún con la suficiente
sangre en las venas
para levantarte con opciones
en las próximas elecciones…