Al amor nunca se llega tarde,
tardía es la melancolía
por imaginarlo inalcanzable
y peregrinar por este mar
al tiempo que frágil como cristal
con el compromiso suave que besa
al agua y la tierra en su abrazo,
por una arena difícil de peregrinar
lo esquivo de unas olas
que quieren, pero no se dejan
arrastrar a una tierra
sin la paz de su oceano
y sus momentos mágicos,
la tormenta y el naufragio juntos
en plenitud de conocimientos
para disfrutar de navegarlo,
sin rumbo por un mundo
cuyo secreto es la alegría
de dirigir su proa sin timón
y gozarlo desde la libertad
de su cielo con el corazón …