Fue el gesto casi sin importancia
de juntar tus labios con los míos,
el que hizo alterar todos mis cielos
hasta el punto de poner hacia arriba
el gesto de bienvenida a un nuevo mundo
de pasiones y esencias,
una caricia lujuriosa que me embriagó
por la alegría postrera de tu mirada
suave y apasionada al ritmo
de una música en silencio
con la prudencia desesperada
de parecer el postre de un gesto
de confirmación a un amor nuevo,
un signo de interrogación
a ojos cerrados confirmado
por la exclamación de una mirada
perdida en el abandono
dispuesta a confirmar la relación
que nos sumergiría con dulzura,
en la aventura de amarnos sin transacción
pero con la obligación de ser dos en uno,
el camino hacia un destino
convencional pero cargado
de sentimientos dulces y bonitos
como la sonrisa que despiertas
cuando tus labios se encuentran
a menos de dos centímetros de los míos…