Gracias madre por darme
acento del sur,
tierra que desde la lejanía
llevo asentada a mi
con la clarividencia
la pujanza del lince
y la perspicacia del delfín,
gracias madre mía,
por instruirme
en la bondad hacia mis afines,
en la libertad
que me guía,
mi tenacidad
y mis manías,
gracias por dejarme nacer
donde el sonido es cante,
la gente simpatía,
y el dialogar poesía,
gracias por obsequiarme
con esa sangre gualda,
que por las venas
corre ardiente
y cuando hay que entregarla
se torna verdiblanca,
por parirme en Jaén,
muchas gracias
¡¡Madre mía ¡¡