Siempre paseaba pensando
en antiguas tormentas
por la bravura de su encanto,
épocas unas sin relevo
y otras que se clavaron
en su alma como hierro templado,
quiso alzar su grito al cielo
pero su garganta
apenas esbozó un requiebro
ausente de matices
como un alfabeto sin vocales,
que puede ser muy dilatado
pero sin el acento atenuado
de su armonía muda
solo es un sonido sin eco,
prestigioso malabarista
en su fuero interno
de una lengua que no existía,
caminaba siempre lento
entre las ruinas de su ciudad perdida
por el mas gusto de unos habitantes
que únicamente por no ser iguales
se fabricaban casas bien distintas,
abriendo la fuente al escarnio
de que ni tan siquiera había calles
mas bien un laberinto
donde perderse era mas habitual
que andar derecho hacia un destino,
anduvo diez minutos más
y le vino a la memoria
que se había olvidado el pan,
maldita memoria que por pensar
en pasado se olvidaba
de un presente que era
el que le suministraba
aires nuevos a su pecho desgastado.