Odio a esos padres
que hacen invencibles
a sus hijos abandonándoles,
aquellos que usan las redes
únicamente para lucir su foto,
toda obra que se abandona
solo deja mal al artista
y su condena la misma pena
la soledad y el abandono,
una paz que solo se alcanza
economizando lágrimas
y regalando recuerdos
por los que sentirse humano,
malditos tiempos
en los que todos escribimos versos
y el porvenir de ellos
lo abandonamos a la suerte,
una cosecha débil y breve
que la iglesia tan cuidadosa
aborda como algo suyo sin conocerla…