Caminé despacio las calles
a las bolas con amigos
que envejecieron a la par
que aquellos callejones
fueron disminuyendo su tamaño,
los coches aparcados
habian tomado la zona
donde las madres hacendosas
unas zurciendo, otras tejiendo
sentadas en sillas de enea
nos vigilaban de cerca
criticando al cura por oportuno,
al alcalde por bien vestido
y al cabo de los municipales
por metido dentro de un traje
agrisado y un bigote parecido
a la cola de un gato que destacaba
mas que su gorra de plato,
mientras los hombres paseaban
su hidalguia haciendo la ronda
de esquina en esquina
donde se situaban las tabernas
con puertas a ambos lados
por si habia que salir corriendo,
tardes de mi pueblo
animadas con garbanzos
tostaos y repasaos como delicia,
a las ocho y media
las campanas de la iglesia
anunciaban el servicio
al que solo asistian
cuatro señoras de negro,
el monaguillo y el cura
que tenia que dejar el oficio
de santificar en los bares
para cumplir con su cometido,
ocasos en Sorihuela donde la vida
caminaba de cosecha en cosecha
despacio como el agua de su rio
que en verano era el rincón preferido...