
Madera de olivo vieja
previa a perder su tersura
con sabor a campo y esencia
reciclada de aceite dorado
convertida en pedestal conforme,
para soportar hierro herido
por la batalla del tiempo
curtido por manos habilidosas
que le confieren apellido,
obras de arte tridimensionales
que de forma abstracta
elaboran cinceles con la magia
de lo concreto y el encanto
de lo eterno grabado a fuego,
contornos inanimados de aspecto
a los que se les presume el don
de la inmortalidad del corazón
indomable de su artista
animados por la docilidad
de lo quieto y lo preciso de la calma,
lejos de la celeridad por lo mal hecho
y las ganas inmensas del genio
por acariciarla rematada,
gracias, Toni de la Mata
por el presente de entusiasmarnos
con la hermosura de tus tallas¡¡…