
Denso como humo plástico
y distraído, vive abandonado
lejos del ruido estridente
del mundo abstracto
en el que había nacido sin pedirlo,
abrupto y enigmático
con el bostezo contenido
espejo de su felino curvilíneo
en defensa del instinto
que le mantiene vivo,
nacido humano
transformado en tigre
por la rotura indescriptible
de unos principios de cuna
que el paso del tiempo
guarda en su alma
con cadenas indestructibles
tan inaccesibles que ni su cerebro
es capaz de liberarlos,
dolorido en su garganta
sin nunca ser atendido
huye despierto de pena
y hundido por la miseria
de todo aquel que se piensa
único y bendecido…
vive al amparo de su locura
para no salir herido de cada aventura
en las que se sumerge huyendo
de la triste seriedad
en la que se fueron convirtiendo
sus días después de la pubertad,
la esperanza fue su culpa
y creer en lo que no se ve
el motivo de su amanecer
a una vida adulta
en el que el impulso se convierte
en un mal necesario
y la prudencia en previsión
contra la ignorancia del atropello,
la luz de su cielo luce
al amparo de la hinchazón
que le produce la soberbia
o el respeto por lo bueno,
fue criado en la cordura
pero considera que la locura
le protege con más eficacia
contra la envidia y la codicia,
principio de todas las batallas…