Cansado al final caí herido
de tanto allanar caminos
sintiendo como por detrás
iban cayendo más piedras
que nadie se atrevió a retirar,
recordando las veces
en que reparé sus velas
estimulándoles a navegar
creyendo que el día
que no pudiera, al menos
me regalarían una cuerda
con la que remolcar mi velero,
si las mías crujidas por el tiempo
y llenas de agujeros no pudieran
acercarme a puerto,
con manos temblorosas
intenté agarrarla
y sin saber por qué de mi cerebro
ya no brotaban,
aquellos nudos marineros
con los que ayude a sortear
tantas tormentas a quienes
me regalaron un cabo
que únicamente me servía
como nudo de ahorcado…