Hay mentiras tan cargadas de realidad
que se disparan
con el arma de la sensibilidad
para provocar heridas de ternura,
como el vuelo de la alondra
hacia páramos deshabitados limpiando
el suelo yermo donde provoca
aires con sabor a brezo y romero,
la niebla espesa que moja
y cubre al sol cuando cambia su ropa
por la timidez de su esencia,
fantasmas de sábana blanca
que gravitan por la oscuridad
de mentes torcidas en los andenes
de conciencias empañadas,
tiembla ciudad del desencanto con ellas
y de sus alardes nebulosos
sombríos como la quimera
de un destino en el que encuentran
cabida de persiana acristalada
que nos protege del viento y el frío
a verdades como la escarcha,
que por realidad quema la mente
en su tacto y es traicionera a los pasos...