Hoy mis pasos cansados
me conducen por aquellas veredas
donde en lo alto del campanario
lucen sus nidos las cigüeñas,
el calor de agosto me acompaña
bizarro como hacía tiempo
mi cuerpo no recordaba,
sin sombras en las que asentarlo
ni agua por andar secas las fuentes
donde otras veces calmaba
el calor de mi frente y la sed maldita,
que reseca la piel y a los labios
los pinta de un blanco enfermizo,
los peces del rio hoy no nadan
porque se cansan del caldo
en el que mas que refrescarse
se asan como pollo en la cocina,
ni el verde luce con encanto
por el reseco de las hojas mustias
a las que se adelantó su noviembre,
hoy que todo me suena a desértico
veo la mano del hombre
que se yergue maldita por encima
de un sol enfadado pidiendo la lluvia,
una tierra triste que le dio vida
y solo le devuelve soledades …
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