Era tarde y mientras el sol
una luna llena de fuego y lumbre
encendía la noche
empapando de luz azul
tus delicadas manos y tu cara
dulce como la sangre oscura
que circula por tus venas,
mi mirada lenta galopaba
a la grupa de tus alegrías
como niebla entre risas blancas
y la belleza de la lluvia abierta,
el viento fiel reflejo
del sonido de las cuerdas
gemia con la guitarra
regalando aires de fiesta
a una tarde veraniega y bochornosa
de esas que empapan
solo con el movimiento,
hasta que aparecieron
aquellas tres voces inconfundibles,
pero tan hermosas
como el centelleo de tu mirada
oliendo a danza de cumpleaños,
a maceta repleta de nardos
y alegrías de primavera,
torera y grana como tu cara
tan bella como el sol de España...