Me gusta la callada por respuesta
porque no delata
a la mentira escondida
en la pupila de la mirada
que no nacen del alma
ni tan siquiera de la añoranza,
soflamas distantes y ausentes
que la sonrisa forzada convierte
en promesas que no alcanzan
por la inconsistencia de su oferta,
por eso hay veces en que finjo
que me creo todo aquello
que me revelan sin que el que charla
caiga en la cuenta de que sus ojos relatan
lo que no pronuncia su boca,
un relámpago de silencios presos
que delata la mentira
con el fuego del parpadeo,
verdad callada y fugitiva atrapada
en lo más profundo de la mirada
que da la espalda al instinto
con el apacible anhelo
de una esperanza que por simple
asoma desde el infinito
deshilachando compañías
y cosiendo la alegría con que las recibía
con el nudo del ya no te creo…