Mientras caía la lluvia,
el niño paseaba en bicicleta
sintiéndola como refugio
de una vida, donde las guerras
atormentaban su cabeza,
el corazón le andaba tan deprisa
que sonaba como música que busca
un horizonte donde el agua
en un amanecer sombrío,
ahogaba gritos de batalla
transformando su rocío
en lindas flores de paz blancas,
como rio abrazando el pecho
de montes y llanos
conduciéndole hacia el mar,
lloraba el niño entre aguas
que lavaban lágrimas fantasmas
desvaneciéndose como
el cielo gris que le acompañaba
por un suave viento valioso,
como sus ganas de en un abrir de ojos
luciera un sol de justicia
sin rabia y sin mentiras,
Qué bonito sería un mundo
donde todas las armas
se cargaran con besos
y no existieran las armerías,
donde robar
solo estuviese permitido
con los labios a veces
sin permiso del perjudicado,
con el aliciente
de que si no se para el tiempo
se pierda en el olvido
y si es capaz de hacerlo,
quede grabado para siempre
como si “todo” hubiese pasado…