Son las cuatro de la madrugada
esperaba la compañía del silencio
pero una leve brisa
me mantenía ausente e invisible,
como a la luna tapada por nubes grises
que amenazaban con una lluvia
que por esperada perturba el indescriptible
pasado por el que muchos suspiran,
olvidando un presente que se nos presenta
incierto, pero como único rumbo
para una vida que se nos escapa
tras pisadas borradas por el tiempo,
el miedo a un infinito con la puerta abierta
fugitivo, que se nos pierde por la falta
de una ambición cegada acomodados
en un pasado que ni vivimos ni nos asoma
a la calle iluminada que nos espera
con el sepulcro puesto y la angustia
de evadirlo como estrella blanca
librando cada uno de sus acertijos
buscando la sonrisa adecuada…