Como abanico en la feria de Sevilla
se paseó tu figura serrana, tersa
sobre la arena de la playa de un mar
escondido produciendo escalofríos
el viento jugaba con tu falda
mientras cantabas aquella canción
que desde tu balcón una noche
de luna y estrellas, me convertiste
en imaginaria de tu corazón
por su traza serena que como verso
tatuó en mis oídos con su letra:
dulce como luna de Mayo
y las mejillas encendidas
latía mi corazón
por amapolas amarillas,
templando mis labios
en busca de versos
que como besos encendidos,
apagaran mi agonía
convirtiendo en poesía
cada uno de tus abrazos
y en flor de primavera
la bonita senda
por la que cabalgan
todas mis alegrías…