A veces quisiera
sentirme poeta,
un mago de la palabra
que armoniza versos
a ritmo de piano
y con ellos envenenar de alegría
todos los miedos
que inmovilizan la niña
que toda mujer lleva dentro,
a veces quisiera
dejar de preguntarme
por el desfile interminable
de versos tristes
que tiritan mi pluma
vacilantes sin destino ni diana,
que en prosa semejarían
un libro desierto
pero el verso reanima
por la gracia de su rima,
dulce musa como paloma
de la sinrazón con reglas
en forma de alas,
donde la gramática es determinada
y el lenguaje la rebeldia
entre el vasallaje y la sangre…