Pisaba sin saber que lo que hacia
era maltratar los ricos tallos
que daban vida a una tierra
que además de vida
le regalaba todo lo necesario para vivirla
mientras miraba a un cielo vacío
como la gloria con la que le rogaba,
buscaba alivio en unos canticos
ensalzando a un Dios con forma de hombre
olvidando que vivía respirando
esos vientos a los que tenía miedo
y bebiendo de su alma
el agua que su cuerpo necesitaba
nutriéndolo de sus alimentos,
injusto trato envenenando una madre
a la que por derecho le amamantaba
y es que la voz de justicia, la envidia
y todos esos derechos nacidos
de su talento le hacían ciego,
nunca puso su rodilla en tierra
en señal de agradecimiento
ni juzgó sus amaneceres como regalo
ni sus atardeceres como ofrenda,
murió creyendo que su inteligencia
regalo de la tierra para su subsistencia
siempre seria más fuerte
que el ser eterno que le regaló la vida
quizás por tenerla tan cerca…