Cuanto anhelo por susurrarte
las horas que en silencio
paso cada noche despierto
mi necesidad de disfrutar
de la curva de tus labios
cuando sonríes al leerlos,
con el deseo impreso
de una vida eterna
recreandonos en ellos,
sintiendo la brisa suave
que sale de tu boca
acariciando mi cuello,
contándote que una vida
seria muy corta
para saciarnos del aguacero
que invade nuestros sueños,
que, para siempre,
deje de ser una frase
convirtiéndose en agua y barro
y que el tiempo infinito alfarero
moldee nuestras ansias
y las seque despacito
con fuego eterno del infierno,
quisiera escribirte
millones de versos,
pero el que más se me repite
solo dice, te quiero...