Meditaba tranquilo y sentado
sobre el frío sillón de scay
al que el paso del tiempo
había dejado árido el cuero,
pensando en como el miedo
su fiel cómplice desde niño
al que tuvo que sortear todo el tiempo
se presentaba ese día en forma
de hijo egoísta
al que tantas veces salvó la vida,
un miedo ausente de pueblo
bajo el emblema invisible
de una manifiesta insensibilidad
de las que te consume por dentro
con sangre fría y sin personalidad,
de repente abrió sus ojos sin complejos
y con el mismo temperamento
con el que se le enfrentó siempre
le contestó al miedo sin queja,
cuando quieras llévame contigo
porque de mi hijo
ya tengo el mejor legado,
sus sonrisas de niño,
sus te necesito de mancebo
y nuestro tiempo compartido,
eso si, un último legajo,
si la situación es lo que pide ahora
quiero que lo tome como el mas preciado
de todos mis regalos,
porque fué su vida
lo que siempre antepuse a la mía...