Fueron los sueños
de una noche de verano
los que hicieron que mi cabeza
se volviera loca únicamente
con la mente presta
por quererte con el calado
que expone tu belleza,
olas de calores
me suplicaban desde dentro
un poco de aire aplacando
las ganas que derrochaban
cada una de las partes
que mi habitación cerrada
lucía con bizarría
con el estrépito de una cacería
en busca de saciarlas,
quise besarte por todo el cuerpo
en la frente,
con la única intención
de asustar tus miedos,
en las mejillas,
disfrutando de la suavidad
de una piel dulce
como el tacto de Platero
entre las piernas,
lidiando contra el estrés
que produce lo privado
y en tu boca,
haciendo temblar los cimientos
que sujetan
cada una de las miradas
con que me acariciabas...