Nunca abandonó su estatus niño
y quizás fuera esa sensación
la que iluminó su camino
hacia la genialidad acompañada
todo lo que mana en su imaginación,
huyó de los abrazos que en su cielo
le apartaban del entusiasmo
por la velocidad de su cerebro,
con el que juega al ajedrez
siempre al borde del abismo
cementerio donde deposita la estupidez,
su inspiración nace en su deseo
de disfrutar de la alegría
del que disfruta de su alquimia
con el lienzo, con una sonrisa
ingenuo experto con capacidad
una vida nunca basta
para que se cree un genio
por la simplicidad
con la que expresa su talento…
