Llegué sin avisarte y me marché
casi sin despedirme, ahora
desde la calidez del rincón donde escribo
quiero dedicarte los versos que brotan
y que sentía al patearte tranquilo,
bonita y recogida siempre lo fuiste
pero que alegría tus calles limpias,
sin los oscuros rincones de antaño
donde las marimantas danzaban
al murmullo del miedo de los niños,
preciosas tus plazas, tus cuestas empinadas,
tu aire limpio que ayudaba a recrearme
en recuerdos que me saludaban a cada paso,
la casa donde por primera vez
abrí mis ojos al mundo y el primer pecho
del que mamé, al que me abracé
como niño debilitado, mi familia
con la que crecí feliz y siento desde lejos
pero muy adentro, lloré lagrimas
que desgarraron mi alma en el cementerio
ante la lápida de los míos, tan quietos
que nunca pude imaginar a mi madre
sin un vaso de leche al recibirme
y a mi padre callado sin decirme
arriba que nos vamos, que el que sirve
para la juerga sirve para el trabajo…
Gracias Sorihuela por engalanarte
Y aunque difícil ojalá el destino me deje
participar en el camino hacia Villanueva,
que tanto disfrute de niño andando
en mis vueltas desde Baeza con una talega
al hombro donde guardaba la ropa sucia
con la que mi madre se regocijaba lavando,
recordándome que fuera fuerte,
porque siempre me engañarían menos
estudiado …