Una fina lluvia acompañada
de un viento de los que transforman
un día de Mayo en uno de Enero,
hacia que la primavera
por su lado más sombrío
nos recuerde que sigue a nuestro lado
la epidemia que con tanto daño
nos mina los pocos tesoros
a los que conseguimos abrazarnos
con más esfuerzo que halago,
poder movernos hasta el punto
de renunciar al principio
de ganarnos el pan para alimentarnos,
el derecho inalienable
a estrecharnos entre familiares
ni en sus últimos segundos de vida,
el ilimitado poder de una policía
que le da capacidad para usar
gases contra una enfermedad
que necesita del más puro de los aires,
la censura en forma de decreto
dando forma a la democracia
de régimen represivo
y el espionaje hacia nuestros semejantes
que en manos de partidos dictatoriales
nos devuelven al principio
de un fascismo disfrazado de amigo,
un mundo lleno de ignorantes
incapaces de disfrutar deliberando,
no hay país más rico
que el de un pueblo feliz y alimentado
intentando alcanzar la prosperidad
que da un trabajo compartido
intentando superar cada barrera
y equivocándonos, pero con el beneficio
que regala el volver a levantarnos
de cada caída al rebelarnos…